Para quienes han sufrido una adversidad o una desgracia y les resulta difícil aceptarlas sin quejas o resentimientos, pues juzgan la vida por el éxito que aporta. Les parece que no se merecen un revés tan grande, que es injusto, y se vuelven amargados.
Suelen perder interés y mostrarse menos activos en las cosas de la vida que antes les gustaban.
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